Se suele decir que cada pareja es un mundo y lo mismo podría decirse de la amistad. Al igual que Bouvard y Pécuchet –los personajes excéntricos e insociables de la novela de Flaubert– Zorn y Zucker se refugian del mundo construyendo el suyo propio. Y el mundo de Zorn y Zucker no podría ser más absurdo: usan el latín clásico en situaciones cotidianas y el alemán cuando se emborrachan con cerveza Schneider en Ugi's, están obsesionados con los sobrevivientes de Auschwitz pero reniegan de su herencia judía y se ven a sí mismos como católicos ortodoxos. Es así que adoran a Benedicto XVI (el ex-Papa huraño y reaccionario que Francisco hizo pasar al olvido) mientras que odian al Papa argentino. Y como Don Quijotes del siglo XXI perciben la realidad a través del filtro distorsionado de sus lecturas: bajo la mirada de Zorn un bar de barrio puede haber sido la mecca de la contracultura europea en el exilio (frecuentado por Gombrowicz, Duchamp, Pitigrilli) y donde los demás ven una piba chorra de Constitución Zucker ve una princesa medieval. ¿Pero será realmente que Zorn y Zucker están tan confundidos? ¿O no será todo esto una puesta en escena que inventan para defenderse de un mundo al que no pueden, o no quieren, adaptarse?

LEDA, DAVID - Zorn Y Zucker

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Se suele decir que cada pareja es un mundo y lo mismo podría decirse de la amistad. Al igual que Bouvard y Pécuchet –los personajes excéntricos e insociables de la novela de Flaubert– Zorn y Zucker se refugian del mundo construyendo el suyo propio. Y el mundo de Zorn y Zucker no podría ser más absurdo: usan el latín clásico en situaciones cotidianas y el alemán cuando se emborrachan con cerveza Schneider en Ugi's, están obsesionados con los sobrevivientes de Auschwitz pero reniegan de su herencia judía y se ven a sí mismos como católicos ortodoxos. Es así que adoran a Benedicto XVI (el ex-Papa huraño y reaccionario que Francisco hizo pasar al olvido) mientras que odian al Papa argentino. Y como Don Quijotes del siglo XXI perciben la realidad a través del filtro distorsionado de sus lecturas: bajo la mirada de Zorn un bar de barrio puede haber sido la mecca de la contracultura europea en el exilio (frecuentado por Gombrowicz, Duchamp, Pitigrilli) y donde los demás ven una piba chorra de Constitución Zucker ve una princesa medieval. ¿Pero será realmente que Zorn y Zucker están tan confundidos? ¿O no será todo esto una puesta en escena que inventan para defenderse de un mundo al que no pueden, o no quieren, adaptarse?