CASAS, MARINA - Los animales no saben contar
Los animales no saben contar, el primer poemario de Marina Casas trabaja aquella afirmación de Paul Valery: “escribir, resolver una nebulosa interior”. En el centro de la escritura de Marina aparece una identidad resquebrajada frente al sobre estímulo de la sociedad moderna, la dificultad en los vínculos; la ansiedad, la soledad y la apatía como respuestas que tampoco dan una satisfacción absoluta. “Me habita/la nada misma/la rabia infinita” dice el yo poético, que asimila el vacío y el enojo como un huracán concéntrico que es capaz de devorarla. La batalla que la voz pareciera perder en el relato, la gana con una escritura fuerte y contundente que no se detiene demasiado tiempo en los devaneos reflexivos sino que apunta y dispara contra lo que considera su ética: “Puedo donarle mi voz/a quien primero acepte/ cuánto duele/perder una palabra.” La escritura se convierte entonces en vehículo transmisor, en impulso y deseo. Como sostiene Octavio Paz, lo primero que hace el hombre frente a una realidad desconocida es nombrarla, bautizarla; y en ese juego que nos permite el lenguaje se posiciona Marina. Señala al mundo para acusarlo, pero no desde la certeza sino desde la duda, aceptando el riesgo.
Luciana Reif